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“La voz de nuestras comunidades”

Conociendo a la comunidad: el primer paso para un proyecto hídrico exitoso.

Carolina Pittella – Project Manager de Agua Segura

Cuando se trata de proyectos hídricos en áreas rurales, el desafío no radica tanto en el "qué", sino en el "cómo". En mi experiencia, comprender la comunidad y los recursos hídricos disponibles en la zona es el primer paso y más crucial para desarrollar un plan de trabajo eficaz. Escuchar a las personas, entender sus costumbres y necesidades nos permite construir proyectos realistas y sostenibles, que tengan un verdadero impacto en sus vidas.

En el proceso, siempre comienzo por incluir equipos de trabajo locales como aliados clave. Son los primeros en señalar las limitaciones y desafíos a enfrentar. Aunque puede parecer desalentador al principio, es en ese momento cuando surgen las preguntas correctas y se empieza a delinear el verdadero alcance del proyecto. Estos equipos conocen mejor que nadie las condiciones climáticas, los horarios adecuados, los proveedores locales y la logística necesaria, como el estado de los caminos o los costos. Tener en cuenta estos aspectos puede hacer una gran diferencia en el éxito del proyecto y optimizar los recursos.

Además de los equipos locales, las fundaciones que llevan años trabajando en el territorio son piezas fundamentales. No solo conocen las necesidades específicas de la comunidad, sino que también son quienes facilitan el contacto inicial y ayudan a ajustar el alcance del proyecto, si es necesario. Establecer una relación cercana, abre las puertas para implementar soluciones más rápidas y eficaces, ingresar de la mano de alguien conocido al territorio allanará el camino para posteriores retos.

Otro factor clave en la planificación es elegir el canal de comunicación adecuado para cada equipo. No todas las personas se comunican o reciben información de la misma manera. Identificar si un llamado, una videollamada, un mensaje o un correo electrónico es la mejor opción ayuda a mantener el flujo de trabajo eficiente y efectivo. Además, es esencial ajustar la periodicidad de las comunicaciones según los tiempos disponibles y, si es necesario, realizar visitas presenciales para fortalecer las relaciones y asegurar que el proyecto avance sin problemas.

En definitiva, un proyecto en una comunidad rural sólo puede tener éxito si entendemos el contexto y construimos alianzas sólidas con aquellos que conocen el terreno mejor que nadie. Así, el trabajo en equipo se convierte en la clave para llevar agua segura a quienes más la necesitan.

¿Cómo mejorar eficiencias de riego de la mano de los productores?

Esther Camacho Guerrero - Directora del Programa Regenera Bajío, Nuup

En México, al igual que en muchos otros países, el sector agrícola es uno de los mayores consumidores de agua, representando el 67.52% del volumen total, lo que hace imprescindible su manejo sostenible para garantizar la seguridad alimentaria y preservar los recursos hídricos del país.

Actualmente, la agricultura de pequeña escala, que abarca casi el 72% del territorio, emplea predominantemente sistemas de riego por gravedad (también conocidos como riego por surcos o por inundación), los cuales tienen una baja eficiencia, con rangos que varían entre el 20% y el 40% . A través de nuestro trabajo en campo con los productores, hemos comprobado que es posible aumentar esas eficiencias hasta un 80%, con un costo-beneficio efectivo.

La optimización del riego en la agricultura depende en gran medida del factor humano, siendo clave para lograr ahorros de agua significativos y sostenibles a largo plazo. La colaboración entre el conocimiento técnico y la experiencia del productor es crucial: mientras que las herramientas y métodos científicos proporcionan soluciones técnicas, su implementación efectiva depende del compromiso y la experiencia del productor, quien adapta estas soluciones a las condiciones locales.

Conscientes de las particularidades del campo mexicano, hemos desarrollado un esquema de intervención enfocado en mejorar eficiencias del riego, brindando asesoría técnica personalizada a cada productor. Este enfoque individualizado nos permite entender profundamente las condiciones iniciales, tales como las características particulares del terreno, la infraestructura de riego disponible, las necesidades específicas de los cultivos, entre otros factores. De este modo, podemos proponer mejoras personalizadas que no solo aumentan la eficiencia del riego y reducen el consumo de agua, especialmente subterránea, sino que también previenen plagas y enfermedades, y mejoran los rendimientos productivos.

La metodología comienza por conocer a fondo las prácticas de riego habituales de los productores: ¿cómo, ¿cuánto y cuándo riegan?, ¿por qué lo hacen de esa manera? Este análisis, junto con mediciones en campo, nos permite ofrecer recomendaciones adaptadas que optimizan los riegos dentro de las parcelas.

Después de más de dos años de trabajo cercano con los productores, hemos observado que muchos agricultores siguen practicando hábitos heredados de generaciones pasadas, que no siempre son los más adecuados para el manejo sostenible de los recursos. Cambiar estos hábitos no es fácil, por lo que resulta esencial establecer una relación de confianza desde el principio. Fomentamos la participación activa de los productores en todo el proceso, considerando sus opiniones sobre las mejoras propuestas, acompañándolos en la implementación y apoyándolos en el registro de datos de campo. Además, buscamos recursos complementarios para mejorar la infraestructura de riego y ofrecemos una asesoría integral que va más allá del uso eficiente del agua, abordando también aspectos productivos y comerciales.

Otro aspecto clave de la metodología, es devolver a los productores la información recopilada durante cada ciclo productivo, lo que les permite observar y analizar los beneficios e impactos de las mejores prácticas de riego. Esto no solo promueve una mayor conciencia sobre el uso responsable del agua, sino que también mejora la toma de decisiones en sus unidades de riego, empoderando a las personas productoras para asumir la responsabilidad de sus recursos limitados.

Estamos convencidos de que la capacitación y sensibilización en las comunidades donde implementamos nuestros proyectos es crucial para enfrentar el estrés hídrico. A través de talleres grupales, brindamos información actualizada sobre los retos del agua, las mejores prácticas para su uso eficiente, y los derechos y obligaciones de los productores. Esto fomenta una reflexión más profunda sobre las consecuencias ambientales de la agricultura convencional, promoviendo un enfoque sostenible y adaptado a los desafíos actuales.

Dvigi: Tecnología de ultrafiltración para un futuro más saludable y sostenible

Gisella Djenderedjian - Gerente General de Dvigi.

El acceso al agua potable sigue siendo un desafío crucial a nivel mundial. Más de 2.200 millones de personas carecen de agua segura, y esto tiene consecuencias devastadoras, especialmente en comunidades rurales. Según la Organización Mundial de la Salud, más de 485.000 personas mueren cada año a causa de enfermedades diarreicas relacionadas con el consumo de agua contaminada. La falta de agua potable afecta particularmente a las mujeres y los niños, quienes son los principales encargados de recoger agua en muchas regiones. Esta tarea, además de exponerlos a riesgos físicos y problemas de salud, les resta oportunidades educativas y laborales, perpetuando un ciclo de pobreza y desigualdad.

Frente a esta realidad, la tecnología se ha convertido en una herramienta clave para mejorar el acceso a agua segura. Los sistemas de ultrafiltración han demostrado ser una solución eficaz y accesible, capaces de eliminar bacterias, virus y sedimentos del agua, proporcionando una fuente confiable de agua potable. Estos filtros son fáciles de instalar y mantener, lo que los hace ideales para áreas donde la infraestructura hídrica es limitada o inexistente. Gisella Djenderedjian, Gerente General de Dvigi, comenta sobre la eficacia de estos sistemas: "Nuestros purificadores combinan la tecnología de ultrafiltración con carbón activo y filtros de sedimento, eliminando impurezas y mejorando el sabor del agua, sin perder los minerales esenciales. Queremos ser parte de la solución al problema global del agua, ofreciendo tecnología que impacte positivamente la salud y el bienestar de las personas."

Además de su eficiencia, estos filtros son una opción sostenible. "Nuestro compromiso es mejorar la calidad de vida en las regiones que más lo necesitan, utilizando tecnología sostenible que transforme el acceso al agua", agrega Djenderedjian. En Agua Segura, trabajamos para implementar estos sistemas en comunidades rurales, donde proporcionan una solución eficiente y económica para el acceso a agua potable. Al mismo tiempo, llevamos a cabo talleres de sensibilización en zonas vulnerables, promoviendo la importancia de hábitos de higiene y el uso adecuado de estos filtros, asegurando su durabilidad y eficacia a largo plazo. Con cada proyecto, no solo mejoramos la salud y el bienestar de las personas, sino que también contribuimos a crear oportunidades de desarrollo y empoderamiento en las comunidades más necesitadas

Hacer visible lo invisible

Manuel Sauri - Director ejecutivo de Agua Segura

Cuando pensamos en la importancia del agua para nuestra vida y desarrollo, seguramente imaginemos los ríos, mares y lagos que nos alimentan, dan energía y recreación. Si vamos un poco más allá, tal vez reflexionemos sobre la importancia de los humedales y ecosistemas que trabajan mitigando los efectos del cambio climático, aportando toda su biodiversidad y riqueza.. Pero hay un lugar en el que se concentra prácticamente la totalidad del agua dulce líquida del planeta: debajo de la tierra. Las aguas subterráneas tienen una enorme trascendencia para la sociedad humana y su protección y gestión sostenible representan la base fundamental de cualquier estrategia de desarrollo. 

Acceder al agua segura es un derecho básico de las personas. Tan solo debemos recordar “el ciclo del agua” que aprendimos en la escuela para comprender y asimilar que lo que hacemos sobre la superficie repercute directamente en lo que sucede bajo ella. Si el proceso de circulación del agua no se produce adecuadamente, los ecosistemas terrestres no se sustentan, y esa la variación climática e interfiere en el nivel de los ríos, lagos, mares y océanos. En este proceso, las aguas subterráneas representan la base del suministro de agua potable, los sistemas de saneamiento, la agricultura, la industria y los ecosistemas. Si por ejemplo se agotan por el exceso de bombeo para regadío, o se contaminan con agrotóxicos o sustancias peligrosas para la salud, se genera un enorme daño en la disponibilidad de un bien público esencial para la vida humana. Además, se encadena una serie de dificultades vinculadas al deterioro de los suelos productivos y a la riqueza que generan día a día. La agricultura es el mayor consumidor de recursos de agua dulce del mundo y la alimentación de la gran familia humana que no deja de crecer, depende muy especialmente de este recurso y del bienestar de la tierra que sembramos, regamos y cosechamos. 

Según la ONU para alimentar a una población mundial que en el 2050 alcanzaría los 9000 millones de personas, la producción de alimentos deberá aumentar en un 60% y, al día de hoy, el 40 % de toda el agua utilizada para el riego proviene de acuíferos. Es por eso que para evitar el agotamiento de las aguas subterráneas deben adoptarse políticas sostenibles que puedan aportar información sobre su ubicación, disponibilidad y estado; que se orienten a la eficiencia en la gestión del recurso; que protejan su calidad para no deteriorar su diversa funcionalidad aportando valor al desarrollo humano y productivo de cualquier comunidad. Las aguas subterráneas no conocen fronteras y una mirada global, colaborativa y de largo plazo es necesaria para hacer frente a los desafíos que se presentan.

El otro aspecto fundamental es el de la importancia que tienen los ecosistemas en la conformación de entornos seguros para la vida en el planeta. Las aguas subterráneas protegen nuestras costas de la intrusión de agua de mar y tienen un rol destacado en la mitigación del cambio climático protegiendo ecosistemas como humedales y ríos. Además la crisis del agua ha exacerbado la aridez de algunas regiones que hoy dependen casi exclusivamente del agua subterránea para su subsistencia. 

Estamos hablando entonces de un tesoro escondido que existe bajo nuestros pies y que debemos cuidar, monitorear y gestionar con muchísima responsabilidad. Hacer visible lo invisible, el valor infinito de nuestras aguas subterráneas.

Soluciones verdes para un mundo mejor

Manuel Sauri - Director ejecutivo de Agua Segura

Si miramos un mapamundi, parece que el agua “sobra”. Es que en la proporción tierra-agua se juega una falsa idea de que en este planeta azul que habitamos, nunca tendremos que preocuparnos por su escasez. Sin embargo, de los 1.400 millones de kilómetros cúbicos de agua que tiene la Tierra, un 2,5% del volumen total es agua dulce y solo se puede acceder fácilmente a un 0,3% de ella para consumo humano porque el resto está congelado o son aguas subterráneas. En términos sociales, estas cifras se relacionan con un desigual acceso al recurso que en muchos casos se convierte en privilegio, lo que debería garantizarse como derecho y bien público.

La crisis del agua afecta especialmente a comunidades vulnerables y a sus infancias, que sufren enfermedades vinculadas a la falta de agua segura causando casi 1000 muertes por día de niños y niñas. Con los fenómenos asociados al cambio climático, la mayor variabilidad del agua y los ecosistemas estresados, necesitamos nuevos enfoques para el desarrollo y una planificación que nos permita construir sociedades más resilientes y conscientes.

Es por eso que la economía circular y las soluciones basadas en la naturaleza, representan una clave de época estratégica con la que debemos pensar nuestra tarea cotidiana en cada uno de nuestros espacios. En la crisis del agua, la interconexión que tenemos todos los actores del sistema es evidente y eso nos hace co-responsables en la gestión de este bien público, escaso y fundamental para la vida en el planeta. Si bien estamos ante un fenómeno global que tiene a 400 millones de personas con escasez de agua en el mundo, nuestro país tiene sus propios desafíos. En Argentina, por ejemplo, consumimos casi 500 litros por persona por día, mientras que en otros países no llegan a 150 o 200 litros.

Pero en la tarea urgente de cuidar el planeta, ya no solo se trata de preservar, mitigar o regular, también se requieren respuestas transformadoras. En esta dirección se encuentran las soluciones basadas en la naturaleza, también conocidas como soluciones verdes. Se trata básicamente de invertir en proyectos que acompañen la transición hacia una economía del bienestar global, promoviendo alianzas que dejen siempre huellas positivas en las comunidades. Transformar la perspectiva de crecimiento en donde el valor del impacto positivo para el mundo y las personas, sea el corazón de cualquier iniciativa.

En relación a la crisis del agua, por ejemplo, se pueden reducir las pérdidas por escurrimiento, mejorando las condiciones y la funcionalidad de las cuencas,  e impulsar alianzas público-privadas que para implementar proyectos de acceso a agua, saneamiento e higiene (WASH) y medioambientales a través del restauramiento de suelos, protección de vertientes, obras para almacenamiento a través de cosechadoras de agua de lluvia. Estas soluciones “verdes”, transforman profundamente la lógica del negocio, generando un impacto positivo tanto en las comunidades, como en sus propias cadenas de valor.

Tenemos el desafío generacional de transitar hacia un mundo en el que el agua, al igual que otros recursos, no sea un privilegio sino un derecho. Para ello es indispensable informarnos e involucrarnos para poner en marcha nuevos proyectos que protejan el planeta y construyan un mundo mejor todos los días.

Es hora de restaurar nuestra casa

Manuel Sauri - Director ejecutivo de Agua Segura

Los ecosistemas sustentan todas las formas de vida en el planeta, constituyendo entornos perfectos en los que conviven equilibradamente especies de todo tipo, incluida la nuestra. Del bienestar de estos ecosistemas depende la salud de toda la Tierra y de sus habitantes. Es por eso que la crisis del agua, el calentamiento global, la deforestación masiva, la intoxicación de nuestros suelos, constituyen preocupaciones de primer orden para quienes promovemos incansablemente la necesidad de una transición global hacia un modo de vida sostenible en todas sus formas. 

En muchos países, las prácticas que deterioran los ecosistemas de los que formamos parte son considerados delitos ambientales porque atentan contra la calidad de la vida en ese rincón del planeta, incidiendo inevitablemente en todo el mundo. Las acciones de hoy, determinan el futuro cercano de muchísimas personas que conviven día a día con las consecuencias de esta crisis climática. Proteger y restaurar estos entornos de los que formamos parte (y los que no), es esencial para garantizar nuestra propia calidad de vida en un mundo sano y evitar la propagación de enfermedades, desastres climáticos y desigualdades crecientes por la falta de acceso a bienes públicos.

Para visualizar el impacto, según las Naciones Unidas todos los años se deforestan 10 millones de hectáreas de bosques, una extensión similar a la de Islandia. De esta manera se pierde su biodiversidad afectando no sólo a las especies que allí habitan, sino a las economías locales que sufren las consecuencias del cambio del suelo, sus inundaciones, el incremento de temperatura, entre tantas otras cuestiones. Las aguas subterráneas absorben los agrotóxicos de esas tierras que muchas veces se utilizan para la producción agropecuaria intensiva e irresponsable, y de esta manera se contamina y extingue poco a poco un recurso vital para el desarrollo de cualquier persona y su comunidad. 

Sin embargo, así como estamos todos afectados por la misma crisis climática, también estamos llamados a implementar soluciones que nos permitan transicionar hacia una economía más sostenible y en armonía con la naturaleza. Todos somos parte de la solución. Desde Agua Segura, llevamos adelante diversos proyectos que buscan ofrecer soluciones concretas a la crisis del agua. Sabemos que a este tipo de problemática global, le caben múltiples soluciones locales que impactan positivamente en los ecosistemas provocando un círculo virtuoso de crecimiento. Nos sentimos parte de una generación emprendedora consciente de su potencial transformador y construimos alianzas que busquen aportar a una estrategia sostenible para todos.

Los desafíos que tenemos por delante nos convoca, a todos y todas como sociedad, a diseñar más y mejores proyectos para proteger y restaurar nuestro planeta. El trabajo en alianza entre el sector público, el privado y la sociedad civil es fundamental. 

Esta Tierra es nuestra casa y, como señala la consigna de los movimientos ambientales: no hay Planeta B. Cuidemos, activemos y restauremos hoy, el mundo en el que soñamos vivir el resto de nuestra vida.